Auschwitz



Como una sombra vestida de odio así llamó a su puerta apenas reconocido. 
Su hermano, mi tío, volvió vestido de soldado alemán. 
Al ser de la resistencia francesa
y saber su lengua le metieron en el tren hacia Auschwitz y fue denigrado y torturado drogándolo para que pintara su pena.
La dignidad,
como la memoria colectiva, tiene un color transparente y como el aire que se respira, se transmite y no muere. Así se sabe 80 años pasados pero no perdidos.

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