OLVIDARSE LEYENDO

Me recuesto con almohada en los riñones, oigo un disco relajante de los años 80. Tengo a mano humeante té picante y no espero que el día sea soleado; un pequeño resquicio de luz me sobra. Me adentro en la aventura de olvidarme leyendo en otros escenarios ya instructivos, ya apasionantes, porque si no leo no vivo igual.

Leer es salirse de la alineación cotidiana incluyéndose en el tiempo y  en ese espacio que es de todos a la vez y de sí mismo


y porque leyendo me desplazo

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