EL BAILE DE LOS ESTORNINOS
Accèssit 19è Concurs de poesia de tardor "Memorial José López García"
Llegan malos vientos cuando giran del revés los sueños
y graznan pesadillas del pasado.
¿Serán los estorninos quienes marquen el camino desde el cielo?
Los bancos se llenan de excrementos
y un ácido tufillo te hace huir de la vagancia.
En otoño gritan tanto como nosotros en la calle
y desde el cielo nos indican cuan unidos nos debemos.
Ya es otoño y sin ti, estornino,
el viento se escucha a si mismo en el vértigo girar del mundo.
Todavía no hay baile en los cielos
y ya han vuelto los poetas con su pisar de almas.
Han soltado el manto del letargo
y puesto a secar su piel al sol,
remueven la herida del ascua hambrienta;
no caben en su ansia.
Mientras tanto los olivos rebosantes
dejan rodar su fruto confundido entre las cabras.
¡Estorninos, como perlas de aceite sois!
Robáis olivas silvestres
y lubricáis el óxigeno al compás de una pulsión.
Como pulmón ensanchado y en flexible disciplina
pintáis de negro pasillos celestes.
En la estación alfombrada
ya canta contigo el viento.
De tu impronta presencia se nutre el cielo.
De tu vuelo, nosotros, escribanos,
saciamos el pálpito esculpido en nuestras yemas,
yermas en tu espera.
Y por fin llegan sigilosos y en grupo
como una señal que el otoño espera.
Vacían olivos, torpedean tejados de uralita
y su aceitosa presencia cubre de acre olor el suelo
cuando la lluvia lo abrillanta.
Hasta que marzo les devuelva, se cobijan
pintando mientras tanto corazones en el cielo.
Entremedio el invierno animará su vuelo el frío.
Y llegan con su contraste de baile, histeria y huella
desplegando la memoria del olivo,
colgado en el eco de otro viento
y de esta suerte loar la impronta de su vuelta.
Ahora que habéis tamizado las sobras del olivo
y devuelto el poso que la lluvia se llevó por las alcantarillas,
dejáis las ramas, las ramblas,
como un manto en aspaviento,
estorninos, ¡bálsamo imposible!
Y así, hartos de lecturas desde el cielo,
giráis los ojos para vernos, estorninos,
hormiguero invertido,
¡imposible baile de lo etéreo!
Llegan malos vientos cuando giran del revés los sueños
y graznan pesadillas del pasado.
¿Serán los estorninos quienes marquen el camino desde el cielo?
Los bancos se llenan de excrementos
y un ácido tufillo te hace huir de la vagancia.
En otoño gritan tanto como nosotros en la calle
y desde el cielo nos indican cuan unidos nos debemos.
Ya es otoño y sin ti, estornino,
el viento se escucha a si mismo en el vértigo girar del mundo.
Todavía no hay baile en los cielos
y ya han vuelto los poetas con su pisar de almas.
Han soltado el manto del letargo
y puesto a secar su piel al sol,
remueven la herida del ascua hambrienta;
no caben en su ansia.
Mientras tanto los olivos rebosantes
dejan rodar su fruto confundido entre las cabras.
¡Estorninos, como perlas de aceite sois!
Robáis olivas silvestres
y lubricáis el óxigeno al compás de una pulsión.
Como pulmón ensanchado y en flexible disciplina
pintáis de negro pasillos celestes.
En la estación alfombrada
ya canta contigo el viento.
De tu impronta presencia se nutre el cielo.
De tu vuelo, nosotros, escribanos,
saciamos el pálpito esculpido en nuestras yemas,
yermas en tu espera.
Y por fin llegan sigilosos y en grupo
como una señal que el otoño espera.
Vacían olivos, torpedean tejados de uralita
y su aceitosa presencia cubre de acre olor el suelo
cuando la lluvia lo abrillanta.
Hasta que marzo les devuelva, se cobijan
pintando mientras tanto corazones en el cielo.
Entremedio el invierno animará su vuelo el frío.
Y llegan con su contraste de baile, histeria y huella
desplegando la memoria del olivo,
colgado en el eco de otro viento
y de esta suerte loar la impronta de su vuelta.
Ahora que habéis tamizado las sobras del olivo
y devuelto el poso que la lluvia se llevó por las alcantarillas,
dejáis las ramas, las ramblas,
como un manto en aspaviento,
estorninos, ¡bálsamo imposible!
Y así, hartos de lecturas desde el cielo,
giráis los ojos para vernos, estorninos,
hormiguero invertido,
¡imposible baile de lo etéreo!
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