EN EL TREN
En mis continuos viajes he
observado cómo la mirada del pasajero habitual se vuelve inexpresiva (será que
el tiempo marca el rictus de la espera). Después, al llegar a destino, el lugar
que ocupaba esa espera es reemplazado por otra mirada que se pierde igualmente en
el infinito de un paisaje borroso, más allá de una ventana o de un recuerdo. Será que nuestro tren de vida tiene parada
hacia un lugar del nunca acabar con enlaces a otros sueños pendientes de
atrapar, mas en este by-pass nuestra mente se relaja tanto como para poder
escribir un pensamiento y acunarse en el vaivén de su carril.
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